El cine, los medios de comunicación y algunos libros de autoayuda han popularizado, con poco o nulo fundamento científico, la idea de que es necesario desahogar, liberar o ventilar la ira de forma controlada, para evitar que explote de forma incontrolada. Responde esta creencia a un modelo hidráulico del psiquismo humano, ya superado.
Golpear una almohada, retorcer una toalla, lanzar dardos a una fotografía del jefe tomada como blanco, o proferir gritos, son algunos de los remedios que se sugieren para liberar la ira que en este momento experimenta uno. Se trataría de abrir esta válvula de seguridad para evitar que la persona explote. ¿Resulta eficaz este procedimiento de liberación del malestar interno para controlar la ira?
La conveniencia del «desahogo» es considerada hoy una idea falsa por la mayor parte de la comunidad científica. No parece que sea aconsejable, a pesar de la idea, ampliamente difundida, de que es mejor exteriorizar la ira que guardarla dentro. Se trata de una falsa creencia, extendida, pero no compartida por los especialistas. Por otra parte, la creencia de que expresar la ira de este modo resulta saludable puede ser una justificación o racionalización de la dificultad para controlarla.
La mayoría de los estudios realizados sobre esta cuestión, de forma especial a partir de la década de 1970, concuerdan en que la expresión de la ira no disminuye las tendencias agresivas y que, más bien, empeora el problema. Expresar o liberar la ira, más que tener un efecto purificador, suele aumentar la probabilidad de que reaparezca, así como su intensidad, y puede transformar un conflicto menor en uno mayor. Esos «desahogos» no llevan a la extinción ni a la disminución de la ira, sino a su aumento en frecuencia y en intensidad. Inmediatamente después de la expresión de la ira se puede uno encontrar mejor y experimentar, incluso, la sensación agradable de relax que sigue a la liberación de la tensión acumulada. Esta experiencia pasajera puede servir de refuerzo y aumentar la probabilidad de que el sujeto responda con ira en una situación semejante. Además, los efectos negativos de la «ventilación» o «desahogo» suelen manifestarse más a largo que a corto plazo.
Así pues, con el desahogo o catarsis no se consigue que desaparezca o disminuya la tendencia a la ira, sino que suele ocurrir lo contrario. Más que extinguir, lo que se hace, en realidad, es «practicar» o intentar apagar un fuego con gasolina. Es más, «desahogar» la ira de este modo es posiblemente el mejor método para inducir la ira en una situación experimental. Los que piensan que es bueno expresar la ira y que no resulta saludable quedársela dentro, tienen razón exclusivamente en la segunda parte de la afirmación, pues el guardar y rumiar interiormente los sentimientos de ira también es negativo. No hay que desahogarla de este modo, pero tampoco tragársela: existen estrategias y técnicas eficaces para controlar la ira de forma adecuada.
Referencias:
- Pallarés Molíns, Enrique. Controlar la ira. Menos enfados y mejores relaciones con los demás. Bilbao, Ediciones Mensajero, 2010. (Capítulo 11: Liberar la ira no es buena solución). Haga clic en este enlace: Mis libros
- Bushman BJ. (2002). Does venting anger feed or extinguish the flame? Catharsis, rumination, distraction, anger, and aggressive responding. Personality and Social Psychology Bulletin, 28, 724-731.
- Laird JD, Strout S. (2007). Emotional behaviors as emotional stimuli. En JA Coan y JJB Allen (Edits). Handbook of emotion elicitation and assessment. (pp. 54-64). New York, NY: Oxford University Press.
- Olatunji B, Lohr J, Bushman B. (2007). The pseudopsychology of venting in the treatment of anger: Implications and alternatives for mental health practice. En TA Cavell, KT Malcolm (Edits), Anger, aggression and interventions for interpersonal violence (pp. 119-141). Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum.
Bueno, celebro que al final del post se deje una puerta abierta a descargar terapéuticamente la ira, mas o menos domesticada, con un familiar, amigo o confidente. ¡Funciona!