La ira (2/3). Posibles consecuencias de la ira. Vídeo

Es el segundo vídeo de los tres dedicados a la ira, dentro de la serie sobre las emociones. Te invito a verlo y a compartirlo. ¡Muchas gracias!

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La ira. (Vídeo: 1/3)

Le invito a ver o escuchar el primero de tres videos sobre la ira, dentro de las serie sobre las emociones de mi Canal de Divulgación Psicológica. Muchas gracias por prestarle atención y compartirlo.

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¿Humildad?

¿Humildad?

En junio de 2022, tras ganar el decimocuarto título en el Grand Slam de Roland Garros, Rafa Nadal se dirigió a los recién graduados de la Rafa Nadal International School y les exhortó, con palabras amables y convincentes, a la práctica de la perseverancia y de la humildad. Dos virtudes que reconocía no estaban de moda, pero que consideraba fundamentales para su futuro. Sobre la perseverancia escribí en esta tribuna el 4 de septiembre de ese año y anuncié que dejaba para otra ocasión hablar de la humildad.

En general, la humildad no resulta deseable. El diccionario de la RAE la define como reconocer las propias limitaciones y debilidades y también «bajeza de nacimiento o de cualquier otra especie» o «sumisión, rendimiento». Algo semejante nos informa la etimología de la palabra ‘humildad’, del latín ‘humilitas’, que a su vez deriva de ‘humus’, tierra. Postrarse en tierra como signo de humildad y sumisión, pero sin olvidar que la tierra es también fuente de vida. 

La recomendación de la práctica de la humildad ha estado muy asociada a la tradición ascética, que la contrapone a la soberbia, un vicio o pecado capital, potente raíz de los demás vicios. Ya en el actual milenio, la Psicología ha ensanchado el concepto de humildad y la considera una importante fortaleza o virtud humana, objeto de investigación y de fomento, que no consiste en despreciarse a sí mismo ni equivale a baja autoestima,

La profesora June Tangney, de la Universidad de George Mason, ha sido la pionera en concretar la nueva concepción. La humildad consiste en una percepción exacta de uno mismo (sin exceso ni defecto), es decir, en reconocer las propias imperfecciones, errores y lagunas en el conocimiento –sin menospreciarse por ello–, pero también, y sin jactarse, de los propios logros, éxitos y valores. Implica también centrar o enfocar menos el propio yo, para tener en cuenta a las demás personas. Incluye, además, apertura mental a ideas diferentes de las propias, junto a la convicción de que se puede aprender de las demás personas, incluso, o sobre todo, de las que no piensan lo mismo. Finalmente, es apreciar el valor de las cosas y reconocer lo que las demás personas pueden contribuir a mejorar el mundo. 

Esta concepción no es arbitraria sino muy atinada y pone al ser humano «en su sitio». Es verse y ver el mundo con unas lentes que no distorsionan, sino que proporcionan una visión más correcta y orientan la acción por el buen camino del crecimiento personal.

 Santa Teresa de Jesús define la humildad como «andar en verdad», tras reconocer a Dios como la Verdad. Con ello indica que la humildad es «andar» hacia la verdad –no creerse en posesión de ella–, de una verdad firme que le trasciende, aunque esto tal vez no suene bien en tiempos de la posverdad. 

La falsa humildad es expresar verbalmente humildad, pero como estrategia de autopresentación para, en realidad, inflar el propio ego. Es presumir de sus cualidades y logros, pero enmascarando este arrogante objetivo con declaraciones de humildad e incluso de calculado autodesprecio. La humildad deja de ser humildad cuando uno se la atribuye a sí mismo.

La humildad, reconocida como fortaleza humana, afecta a todos los ámbitos de la persona y de la sociedad. Por ejemplo, humildad intelectual, frente a arrogancia intelectual, como condición imprescindible del aprendizaje y base del progreso del conocimiento. Humildad en la investigación y en el pensamiento, de acuerdo con la fecunda «docta ignorancia» que ya propuso Nicolás de Cusa.  Humildad en la docencia, tomando como lema el del Instituto Jean-Jacques Rousseau –alma mater de destacados pedagogos y maestros–, de la Universidad de Ginebra: «Discat a puero magister» («Que el maestro aprenda del niño»).

Humildad en las organizaciones y grupos sociales. La humildad resulta imprescindible en el líder institucional, grupal o político, no precisamente como estrategia para maquillar y mejorar su imagen, sino como prueba de autenticidad del deseo que manifiesta de servir al grupo, a la institución o a la sociedad. 

La profesora Stacey McElroy-Heltzel, de la Universidad de Iowa, ha propuesto la hipótesis de la humildad como lubricante social. Así como el lubricante favorece el buen funcionamiento y previene el sobrecalentamiento y las averías del motor, la humildad previene el sobrecalentamiento y la avería fatal, en la propia persona, en los grupos e instituciones y en la sociedad. G. K. Chesterton afirma en su libro Ortodoxia: «Sin humildad es imposible disfrutar de la vida, ni tan siquiera del orgullo». ¿Humildad? Sí, gracias.

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Emociones positivas y emociones negativas

Una clasificación relativa y discutible. Sobre esta cuestión trata este video que he subido a mi canal de YouTube (Canal de Divulgación Psicológica). Espero que te resulte interesante. Gracias por verlo y compartirlo.

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El desprecio. Vídeo (nº 5 de la serie sobre las emociones)

Te invito a ver o escuchar el último vídeo que he subido a mi canal de YouTube («Canal de Divulgación Psicológica, de Enrique Pallarés Molíns») sobre El Desprecio. Es el número 5 de la serie dedicada a las emociones. Los videos anteriores sobre las emociones los encontrarás en mi canal de YouTube o en entradas anteriores de este blog.

Si lo ves adecuado, lo puedes compartir con otras personas.

¡Muchas gracias!

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El contagio emocional (video)

Te invito a ver mi video sobre el Contagio emocional, que he publicado en mi Canal de Divulgación Psicológica de YouTube. Los videos anteriores sobre las emociones los encontrarás en otras entradas de este mismo blog:¡Muchas gracias!

¡Muchas gracias!

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Tres testimonios de gratitud

En el video de YouTube, publicado a la vez que esta entrada, anuncio la publicación de estos testimonios de gratitud.

Es solo un primer avanece, que iré aumentando en sucesivas ediciones.

Enlace:

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Vídeo: la gratitud como emoción y fortaleza humana (2ª parte)

Video con la segunda parte de la charla La gratitud como emoción y fortaleza humana, de la serie sobre la emociones, en curso de publicación en mi canal de YouTube.

¡Muchas gracias!

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Vídeo: la gratitud como emoción y fortaleza humana (1)

He subido a mi canal de YouTube el video “Las emociones. La gratitud 1”. La 2ª parte aparecerá en los próximos días. ¡Muchas gracias!

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La paradoja de Salomón

Más sabio para otros que para sí mismo

Enrique Pallarés Molíns

Doctor en Psicología. Profesor emérito de la Universidad de Deusto

Publicado en El Correo, El Diario Vasco, El Diario Montañés y El Ideal

Con frecuencia se cita el viejo refrán «Consejos vendo y para mí no tengo». Se dirige de forma directa a quienes se empeñan en aconsejar y arreglar los asuntos de los demás, pero no son capaces de arreglar los propios. Son mejores consejeros de los demás que de ellos mismos. Sin embargo, otro refrán también popular, citado en El Quijote, parece que afirma, de algún modo, lo contrario: «Más sabe el necio en su casa que el cuerdo en la ajena».  

¿Cuál de los dos refranes tiene más fundamento? Nos referimos al razonamiento social y al saber sapiencial, necesarios al tomar decisiones, resolver conflictos y, en general, para guiar correctamente nuestra vida. Los profesores Igor Grossmann y Ethan Korss, de la Universidad canadiense de Waterloo, investigaron hace una década esta cuestión.

Concluyeron que el razonamiento es mejor cuando se trata de aconsejar a otros que cuando se refiere a uno mismo. Y no parece que esta asimetría se corrija con la edad, pues las personas mayores también mostraron esta tendencia. Con todo, su razonamiento era más sabio que el de las jóvenes cuando se refería no a sí mismas, sino a otras personas.

Un estudio metaanalítico (análisis cuantitativo de otras investigaciones), recientemente realizado por investigadores de la Universidad china de Nanjing, confirma la solidez de este sesgo ante los dilemas y juicios sociales, a la vez que indica que se da también en otras culturas diferentes a las de Occidente.

Los investigadores canadienses denominaron Paradoja de Salomón a esta tendencia o sesgo a un peor razonamiento cuando se refiere a uno mismo que cuando se refiere a otras personas. El nombre alude al rey Salomón, personaje bíblico considerado el prototipo de sabio. Varios pasajes bíblicos destacan la sabiduría de Salomón. Famoso por los libros de la Biblia que le fueron atribuidos, famoso por sus decisiones como juez (recordemos el caso de las dos mujeres que se disputaban un niño recién nacido), por sus dotes de gobernante y de diplomático, así como por las obras que promovió. Pero sus razonamientos sapienciales no siempre los aplicó a sus decisiones personales y llegó a cometer errores importantes, con graves consecuencias. 

Los citados investigadores recuerdan que tres mil años después, en el siglo XX, el juez estadounidense, con el mismo nombre que el rey hebreo, Solomon Wachtler (“Sol”) incurrió en esta misma paradoja. Sus escritos sentaron doctrina sobre los aspectos penales de los abusos en la pareja y de la discriminación. Pero fue acusado y condenado por acosar a su expareja y por la amenaza de secuestrar a su hija.

Al lector se le ocurrirán, sin duda, otros ejemplos, algunos cercanos en el espacio y en el tiempo. Porque la paradoja de Salomón es una tendencia o sesgo cognitivo ampliamente extendido en el razonamiento social. 

Incluso algunos han visto una manifestación de esta paradoja en miembros de otras especies animales, concretamente en el alcaraván. El Diccionario de autoridades (1726), tras describir las características de esta ave, cita el refrán «Alcaraván zancudo para otros consejo, para ti ninguno» y explica que este animal emite unos sonidos característicos al percibir un peligro que sirven de aviso eficaz a otras aves, «pero ella perezosa y descuidada se mantiene en el peligro».  

Grossmann y Korss comprobaron que la paradoja de Salomón se corregía al practicar el autodistanciamiento psicológico, pues su causa principal es la mayor reducción de la perspectiva mental al estar muy centrado en uno mismo. Para lograr este autodistanciamiento puede ayudar plantearse esta pregunta ante un dilema: «¿Cómo aconsejarías a un amigo o conocido que estuviera en estas circunstancias?». Practicar el ileismo, es decir, utilizar la tercera persona –no como recurso expresivo: «a un servidor…»– para referirse a uno mismo puede también ayudar a fomentar el autodistanciamiento y a razonar de forma más objetiva y certera.

La paradoja de Salomón no afirma que se cumpla en todos los casos ni que resulte fácil dar consejos a los demás, cuando se nos pide o resulta oportuno hacerlo. A pesar de que aconsejarse a sí mismo o aconsejar a los demás no resulta fácil, somos pródigos en repartir consejos, a veces no solicitados e inadecuados. Conviene escuchar a Antonio Machado: «Doy consejo, a fuer de viejo:/ nunca sigas mis consejos», aunque de seguido aclara: «pero tampoco es razón/ desdeñar/ consejo que es confesión». Aconsejar –y aconsejarse– bien es una tarea difícil, pero a veces necesaria. Exige cordura y autenticidad, a la vez que ensanchar la mente… y el corazón.

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