En los exámenes: Evite ‘quedarse en blanco’

Que no se forme un tapón en la puerta de salida

La escena es fácil de imaginar. Un cine, una sala de fiestas, una iglesia, cualquier local público lleno de gente. Ha termina­do la función y el público se dispone a salir. Con tranquilidad y de forma ordenada salen todos en pocos minutos. Pero si se escucha el grito de «¡fuego!», se detecta humo, o comienza a hundirse el techo o el suelo, todos pretenden salir a la vez. Ese afán desesperado por salir a la vez es lo peor para conseguir que todos lleguen sanos al exterior. Se han producido catástro­fes humanas, que están en la mente de todos, debidas, en gran parte, a querer salir todos al mismo tiempo.

Pretender recordarlo todo a la vez

La escena anterior ilustra lo que a veces ocurre cuando uno tiene que dar cuenta de sus conocimientos, como ocurre en un examen o en una exposición oral. Esos conocimientos tienen que pasar por la «puerta» de la memoria. Le dictan las pre­guntas, o le indican la tarea que tiene que realizar. Inmediata­mente se pregunta si lo sabe o no lo sabe y, además, pretende recordarlo todo a la vez. Escruta para ver si se acuerda de todo y advierte, tal vez, que su recuerdo tiene lagunas. En realidad, se ha fijado más en lo que no recuerda, o no recuerda bien, que en lo que recuerda. La ansiedad aumenta y esto crea la sensa­ción de que no se acuerda de nada.

Es la espiral descendente del recuerdo y la ansiedad. (Con­sultar el capítulo 14). Más que espiral descendente es «entrar en barrena», llegar a la falsa sensación de que aquello que debe recordar se ha evaporado. Sin embargo, pasado el examen o la situación en la que se quedó bloqueado, cuando ya se encuen­tra más tranquilo, el recuerdo fluye. Los conocimientos no se habían evaporado, sino solo ocultado momentáneamente.

Para favorecer el recuerdo: «¡De uno en uno!»

«¡De uno en uno!», sin pretender salir todos a la vez, es la mejor solución para la evacuación rápida de un salón. «¡De uno en uno!» es también la mejor solución cuando se trata de recor­dar algo; o, dicho con otras palabras, no pretender al principio recordarlo todo a la vez, ni agobiarse porque no se acuerda de todo. Puede aplicar algunas de las siguientes orientaciones:

Evitar o reducir el contagio de la ansiedad. De forma au­tomática mimetizamos las emociones de los que están junto a nosotros. (Ver página 129). El clima de intensa ansiedad, propio del entorno de los exámenes, facilita el «contagio». «Vacúne­se» con las estrategias adecuadas para manejar la ansiedad, o permanezca en esos lugares el menor tiempo posible.

Es importante conocer cómo funciona la memoria. Una estrategia fundamental para mejorar la memoria es conocer cómo funciona y actuar en consecuencia. Funciona por asocia­ción. Normalmente, unos recuerdos se enganchan o asocian con otros, y estos con otros. Los datos y las informaciones bien aprendidas no se evaporan con facilidad de nuestra mente. Confíe en ese flujo y asociación de ideas.

Convénzase de que el recuerdo no viene a la fuerza. El re­cuerdo de lo que hemos aprendido no llegará si nos empeña­mos ansiosamente en ello. El recuerdo no hace buenas migas con la ansiedad. Tratar ansiosamente de recordar algo suele tener como consecuencia el no conseguir recordar nada.

Acepte la ansiedad inicial. Considere normal cierto grado de ansiedad inicial y evite la espiral descendente. Tome como normal las signos de ansiedad inicial, pues puede estar seguro de que no le llevarán necesariamente al bloqueo. No asustarse y aceptarlos es el mejor remedio para que se normalicen.

No enfoque precisamente lo que no recuerda. Evite focali­zar o centrarse en lo que cree que no sabe, en lo que no recuer­da bien. Comience por dejar que venga a su mente cualquier información.

Permita a su mente «vagar» durante unos minutos. En lu­gar de pretender recordar todo a la vez y perfectamente, deje a su mente vagar durante unos minutos. No se esfuerce vana­mente por recordarlo todo, y mucho menos de forma correcta y organizada. Permita que venga a su mente cualquier dato o idea en relación con lo que le preguntan. ¡Cualquier cosa! No juzgue en este momento si es correcta o incorrecta. Resista a la tentación de decirse: «¡Esto no es!», «No me acuerdo de todo». No actúe como un censor riguroso. Una idea o dato sugiere otras ideas u otras informaciones, si no los rechaza por consi­derarlos incorrectos.

Como en la «Tormenta de ideas». Esta técnica se utiliza para fomentar la creatividad de un grupo. Una vez propues­ta la pregunta (por ejemplo, «¿Cómo aumentar las ventas?»), cada uno de los miembros debe responder con lo primero que le venga a la mente, sin juzgar si es o no correcto. Esta nor­ma se considera fundamental. Lo que importa en esta primera fase es la cantidad de ideas, y no la calidad; después, vendrá la crítica y la evaluación. Actúe usted respecto a las preguntas del examen de forma semejante.

Cuando son varias preguntas. Si son varias las preguntas o cuestiones, haga lo mismo con cada una de ellas. O, mejor, vaya de una a otra pregunta con esta actitud de vagar. No se preocupe por el tiempo que va a invertir en esto. Son unos po­cos minutos, pero muy importantes para serenarse y facilitar con ello el recuerdo.

«Por el hilo se llega al ovillo» (o «…se saca el ovillo»). Comprobará que este dicho popular es aplicable a la memoria. Incluso sería más exacto decir que «por un hilo se llega a otros hilos y, por supuesto, al ovillo. Cuantos más hilos –relaciones de unas ideas o datos con otros– haya puesto durante el estu­dio, más hilos se ofrecerán ahora para tirar de ellos. Revise su forma de aprender.

Utilice la imaginación visual. Para ello, previamente habrá asociado lo que tiene que recordar con imágenes visuales. Las imágenes constituyen una ayuda eficaz para el recuerdo. Con­sulte en el capítulo 12 el método de los lugares.

Reviva y reconstruya con calma el ambiente en el que es­tudió. Trate de revivir las circunstancias concretas del apren­dizaje de lo que ahora se examina. No realice ningún esfuerzo adicional. No se trata de una nueva exigencia para la memoria. Procure, simplemente, ponerse en aquellas circunstancias o de revivirlas. Por ejemplo: ¿Qué iluminación? ¿Qué había sobre la mesa? ¿Qué temperatura? ¿Cómo estaba colocado el libro? ¿Qué ropa llevaba? Cualquier detalle del ambiente.

Organice las ideas. Ahora es el momento de organizar las ideas y toda la información que ha ido llegando a su mente. Seleccione y organice. Elabore un esquema mental, que le ser­virá de guía para desarrollar su respuesta a la pregunta.

No se dé el grito de «¡Fuego!». Sobre todo, no se alarme. No pretenda al comienzo recordarlo todo a la vez. Corte la espiral descendente de ansiedad y fallo en el recuerdo, del miedo al miedo. Es normal no acordarse de todo al comienzo. Lo que aprendió no se ha «evaporado», está en su mente. Permítale que salga: «¡De uno en uno!».

 (Tomado del libro: Cómo sentirse mejor con la ayuda de anécdotas e imágenes. Capítulo 23. Autor: Enrique Pallarés Molíns. Bilbao: Ediciones Mensajero, 2013)

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